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LA ETNIA SHIPIBA Artesanía viva en la Moda

  • Foto del escritor: Olga Zaferson
    Olga Zaferson
  • 16 jul 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 17 ago 2021


Si éste artículo lo hubiera escrito hace 20 años la gente se preguntaría “¿y quiénes son?”. Sin embargo ahora, pocos son los que no saben acerca de su arte o de su vestimenta, a ellas se les ve por las calles de Lima, ataviadas con su atuendo original. Son reconocidas internacionalmente como las mejores artesanas de la Amazonía Peruana.


Los Shipibos pertenecen a la familia etno-lingüística PANO, como los Shetebos, Conibos, Cashibos, Arahuacas, Cashinawas y Remos. Habitan toda la cuenca del Río Ucayali, pero sus comunidades están separadas por grupos familiares. Los une su historia, sus costumbres, su idioma y sobre todo su cultura, que abarca comida, vestimenta, mitos y otros.

Uno de esos grupos, habita en la rivera del Río Rímac, en pleno corazón de Lima, en Cantagallo. Éste es un grupo humano, que vino en busca de mejores oportunidades, en especial por la educación de sus hijos hace aproximadamente 30 años. Muchos de ellos, ya son profesionales, estudian y se han adaptado a éste entorno tan distinto al que dejaron.


Hasta hace unos años, se limitaban a vender sus telas, bordadas o pintadas, sólo a turistas y aficionados a los elementos étnicos. Hoy en día, con la interacción que tienen con el medio en que se desarrollan, han visto la necesidad de crear para el medio citadino, productos y accesorios utilitarios. Con el tiempo y la necesidad han modificado parte de sus diseños; ahora, diseñan “mandalas”, esto se origina más por el pedido de la clientela. Por iniciativa propia, también van explayándose más por el contenido que tienen, el campo y la ciudad.


Antiguamente -hace 70 años aproximadamente- sus diseños, a los que llaman kené, eran sólo geométricos y con el tiempo aumentaron líneas curvas, lo infaltable siempre es la cruz, en el caso de su cosmovisión es la Cruz Del Sur, a la que también le atribuyen ser "la Puerta del Cielo", signo llamado joni y lo aplican en sus telas bordadas, pintadas y en sus cántaros.

Una tela que ahora sólo está en los museos o en manos de coleccionistas, podrían tener hasta seis técnicas utilizadas: hiladas en algodón y tejidas en telar de cintura, teñidas, pintadas, bordadas y con aplicación del Morín (aplicación de angostas telas que adorna parte del diseño).


Su actividad de hilar está desapareciendo, las pocas mujeres que lo hacen le llaman warshma toroati, dentro de esta actividad está el shinapu (ceniza) que usan para untarse los dedos y hacer girarla el quiwaque (rueca).

• El telar de cintura se llama yumantimá

• Al algodón blanco llaman warshman.

• Al algodón marrón llaman joshin warhsman

Actualmente, recurren a telas fabriles como el tocuyo o el cañamazo, que son telas de algodón, las cuales pueden ser teñidas con una sustancia llamada pacuti hecha a base de la corteza de la caoba, el tono que le dan es según el tiempo de hervido que tenga. Esta tela ya teñida la tiende al sol y una vez seca, la estiran sobre un cobertor, para poder pintarla con una especie de diminuta paleta a la que llaman rapís. En un pequeño recipiente mocawa, ponen el barro llamado mano y con éste trazan las líneas de su diseño que luego pondrán a secar al sol. Una vez seco el barro, lavan la tela y quedarán las líneas casi negras sobre el fondo ocre-marrón.

Para la tela de fondo crema (tocuyo o cañamazo), pintan su diseño con el pacuti (esencia de la caoba) y quedará los trazos de un color naranja claro. Esperan que seque para echar encima una ligera capa de barro y una vez seco éste, lavan la tela. El barro, además de fijar el color, habrá oscurecido las líneas pintadas y el resultado será una tela color crudo con líneas casi negras.

Las telas bordadas, pueden ser o no teñidas, con puntos: cadena, punto cruz, punto máquina y signos como aspas, líneas quebradas y cruzadas, zig-zag, escalones, signos como W, M, T y otros de su invención. A la acción del bordar es el quiwiaque.


El importante aporte del chaman, es visualizar en sus viajes alucinógenos formas, colores, que después transmiten con su canto o mariris. Algunas veces las mujeres le entregan un pedazo de tela o corteza, para que pongan en ella lo que visionó. Es en estado alterado de conciencia, que logran a través del brebaje Ayahuasca, visualizar los kené y también tener contacto sensorial con sus seres míticos yoshibo. Siendo expertos en encontrar el espíritu de las plantas y animales, poseen la facultad de poder visualizar daños y toda clase de males, y curarlos con esta sabiduría ancestral que los caracteriza. Los chamanes más poderosos, los mereya y quizás queden pocos.

Los hombres en cuanto a artesanía, se dedican a tallar madera para adornos que también venden.


Testimonio de Antonia Vasquez, 1995.”Cuando era chiquita mi mamá me echaba piri- piri en los ojos, para que yo sueñe los dibujos que después ponía en mis bordados, esto ya se me quedó”. Este testimonio es tan solo eso, un testimonio que carece de investigación científica.


Además, se sabe que hay gran variedad de esta planta, el piri-piri, lo usan para evitar embarazos, para que el feto no crezca demasiado y el parto pueda ser más fácil.

La pusanga, que según cuentan, es para atrapar pareja, otros que silban cuidan sus casas. Sólo ellos saben verdaderamente cómo y cuándo usarlo. Existe una gran variedad de piri piris.

Su atuendo en la ciudad es común, mestizo, pero también visten su estilo propio, especialmente cuando salen a vender sus telas, collares y pulseras.

Para obtener dos prendas muy importantes -que hasta hace unos años era imprescindible- tejían telas de ocho metros por uno de ancho, de la cual sacaban la cushma para el marido y el rakuti (manta) para la mujer.

Ushate, es la prenda que usan los hombres para la ceremonia de iniciación prematrimonial a la que llaman wake hometi.


Los shipibos usan tres clases de cushmas; una simple no muy larga, la usan para las labores cotidianas (pesca, caza, etc.). Una cushma corta y oscura usan para descansar. La más larga y ancha es para ceremonias y fiestas tradicionales, les cubre todo el cuerpo, se adornan con accesorios como collares, binchas o coronas, pecheras de mostacillas, mostacillas que empiezan a usar desde el año 1,950, aproximadamente. Hasta esa fecha, las mujeres sólo usaban la pampanilla bastante más larga, el torso y el rostro pintado con achiote y genipa, con los trazos característicos de sus diseños, tanto hombres como mujeres. Un adorno muy especial es el resho (disco plateado bajo la nariz), y el curi (lámina de metal tallada) que ponen en el labio inferior.

La pampanilla (falda) puede ser blanca o negra, pero siempre pintada o bordada, algunas trabajadas íntegramente, otras solo una parte, la parte que lucen. En la actualidad, estas prendas que son rectangulares, miden 1.50 x 0.60 centímetros. Las de mejor economía y para fechas especiales, lucen un cinturón llamado shinashité, hecho con muchas filas de mostacillas blancas.

La blusa que llaman cotón, es vistosa de vivos colores, de mangas largas, cuelo cerrado adornada con bobos, esta prenda fue impuesta por una secta religiosa con el fin de cubrir e torso desnudo, desde entonces la llevan con naturalidad. Éstas al ser confeccionadas con telas sintéticas como el brocado, raso o poliseda, dan la apariencia de no ser frescas.


Las telas shipibas en otro contexto: “La Moda”. En todos los tiempos y espacios, el hombre busca referencias para crecer, sumando a lo que los mayores hicieron en su época.


El diseño logra ser reconocido como “arte”, después de un arduo y constante trabajo, es así que hoy en día los diseñadores de moda analizan lo social, lo político, lo étnico y diversos motivos que son fuente de inspiración.

La moda es un reto permanente -por eso es moda-, nos enfrenta a tecnologías y productos a los cuales tenemos que sumar nuestras propuestas, que por ser propuestas deben ser audaces, innovadoras, creativas y funcionales.


Vemos ahora que no solo los diseñadores de profesión y trayectoria buscan a las señoras shipibas para poner el toque especial a sus propuestas, ese componente “valor agregado”. Ahora, en estos tiempos son ellas, las shipibas, especialmente las de Cantagallo, las que diseñan trajes, blusas, camisas y una gran variedad de accesorios.



Bibliografía

“Amazonía Peruana-Mujer Amazónica”

Centro Amazónico Antropológico y Aplicación Práctica (CAAAP). Junio 1994

“Apuntes para un diccionario de artesanía de Ucayali”

Dávila Carlos. UNMSM 1985

“Indios de la Amazonía Peruana”

Girad Rafael

“El Arte Cerámico Shipibo”

Temple Dominique

Informantes: Nombres cristianos y shipibos

Antonia Vásquez / Varín Bucá. 22 años (1987)

Lucía Rodríguez / Curibirí. 23 años (1987)

Dora Rodríguez / Virí Vanrró. 26 años. (1988)

Ernestina Dávila. no recuerda su nombre shipibo. (1988).

Elena Nunta Valera / Raté. 35 años (1987)

Luz Franco Aguanari / Famken. 50 años (2019)

Adelina Aguanari / Imkan. 65 años (2017)

 
 
 

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